CONCURSO DE PROYECTOS CON INTERVENCIÓN DE JURADO PARA LA REDACCIÓN DE LOS PROYECTOS DE CONSTRUCCIÓN DE UN EDIFICIO EN LA PARCELA Nº3 DEL CAMPUS DEL RIU SEC, CASTELLÓN 2000.
© GUILLERMO GUIMARAENS, ANTONIO ALTARRIBA, JORGE GIROD
Ser y no-ser se engendran mutuamente,
Difícil y fácil se producen mutuamente,
Largo y corto se forman mutuamente,
Alto y bajo se completan mutuamente,
Delante y detrás se siguen mutuamente,
Eso es la ley de la naturaleza.
Laozi, 2.
- Acerca del concepto de relación. Los elementos conformadores.
Los tonos ocres se extienden tiñendo las grandes masas por la basta extensión del recinto universitario, casi evocando el discreto horizonte abrupto donde la tierra se recubre de matorral y emana el aroma del romero y tomillo, ese aroma que bruscamente se confunde en la llanura con el azahar de las huertas, el jazmín que se encarama por las blancas paredes de los “massets” y el frescor impregnado de salitre de ese mar tan nuestro, siempre presente y próximo.
Y el “campus”, nunca queriendo permanecer ajeno, desea también quebrar sus muros, abrirse a su ciudad, a su tierra, y jugar también, como aquella fusión de perfumes, a la imbricación, convertirse en un referente para su sociedad y llevar a su máxima expresión la idea de una Universidad abierta, implicada con todo lo que acontece a su alrededor. La Universidad no puede permanecer encerrada en sí misma pues es el máximo referente social, y como tal, jamás podrá dudar para extender sus experimentados brazos a una Sociedad que reclama su saber y, a su vez, le ofrece sus atenciones.
Y aquí, recuperamos de nuevo ese concepto de relación, “Universidad y Empresa”, “Recinto y Ciudad”, “Edificio y Entorno”, “Envolvente y Entrañas”, “Opaco y transparente”, “Vacío y Compacto”, “Interior y Exterior”, “Espacios servidos y sirvientes”…
El edificio se alza como espacio que fluye entre planos generadores, planos que constituyen la única materia corpórea de referencia, confeccionando en sus recorridos los diferentes recintos, y sus flirteos se convertirán en la esencia de la verdadera riqueza espacial del cuerpo, a la vez que su masa no sólo asumirá la responsabilidad de dar pie a la realidad del recinto abierto, cerrado, exterior o interior, sino irá más allá convirtiéndose en pura materia corpórea, viva, cargada de entrañas destinadas a conducir el flujo vital del edificio, las trazas de unos planos tecnológicos que reconducen las líneas de fuerza como elemento estructural materializado por un esqueleto de acero, celosías que aglutinan la rigidez del elemento y del conjunto, líneas que no sólo se elevan de la tierra para buscar el cielo, sino también líneas seguidas por el aire, el frío y el calor que exudarán las paredes en las diferentes estancias, por las descargas eléctricas que con sus instantáneos impulsos darán vida a cada punto de las infinitas paredes, y, como no, por la luz, esa luz propia que emanará del mismo plano, reforzada por la naturalidad lumínica que filtrará a través de los espacios “entre-muros”.
- Acerca del entorno lejano, próximo y de la irrupción en el interior del edificio.
El acceso al recinto del Campus desde cualquiera de sus puntos desvela al visitante una trama claramente definitoria de la estructuración del mismo, una trama donde las vías principales de circulación rodada se acompañan de pastillas de aparcamiento y una extensa trama peatonal, una inmensa retícula que articula aquellas masas ocres de los edificios universitarios. Súbitamente, casi evocando la potente influencia que suponen en el plano general al oeste del Campus las trazas de la Nacional 340 y la Autopista A-7, el límite de la Universidad detiene su avance para descubrir que el verdadero “limes” infranqueable de dicho crecimiento es el discreto barranco que condiciona ese quiebro de la parcela Nº.3, nuestra parcela.
De este modo, resulta evidente que el edificio contará con una peculiar morfología constituida por tres fachadas, dos que miran a la Universidad y que son el referente interno desde cualquiera de los espacios libres de la misma, ya sean zonas rodadas o peatonales, mientras que la restante, se convierte en el verdadero referente de la Universidad hacia el exterior, apareciendo súbitamente, descubriéndose en el borde del recinto hacia la carretera, percibida por la retina de todo aquel que transita hacia la ciudad proveniente de la Nacional o de la misma Autopista. Se trata de un lienzo que acaparará todas las perspectivas desde la carretera y, como tal, debe tratarse con la dignidad que merece a pesar de la desmerecedora traba visual de una nave-taller convencional que jamás podrá rivalizar con el nuevo hito.
Desde el interior es curioso y gratificante comprobar como, paralelas al perímetro y rematando las diversa alineaciones ocres de las universidades, aparecen respectivamente el edificio de Rectorado y la Biblioteca, masas blancas que cierran el campus y claman por una tercera pieza que remate la ultima alineación, un tercer elemento de remate coherente con el carácter de los edificios que le acompañan, no estrictamente un bloque docente, sino representativo, que adquiriendo las mismas tonalidades complete ese trazo blanco que envuelve los bloques ocres universitarios.
Así pues, debemos fijar la importancia representativa que el edificio del Consejo Social echa sobre sus espaldas, como referente de la Sociedad dentro de la Universidad, como emblema de la Universidad cara hacia el exterior… Nadie debería engañarse ante un aparente arrinconamiento del edificio dentro del recinto del Campus, pues su ubicación, dada la amplitud de la trama universitaria que lo hace perceptible como fondo de perspectiva desde cualquier posición interna, y su posicionamiento en el perímetro que le permite gozar de una fachada privilegiada al exterior, lo convierten en un elemento cuya corporeidad es conveniente tratar, buscando su materialización como remate visual que se eleve por encima del arbolado que intercepta la percepción desde las avenidas peatonales provenientes del Sur que discurren entre Universidades, y, a su vez, indagando la orientación de sus formas para que, ante todo, la masa se perciba como masa abierta desde cualquier ángulo, capaz de acoger a aquel que proviene desde la parada de autobuses, a los pies del edificio de rectorado y la biblioteca, acompañando esa línea de níveos cuerpos, o bien desde la otra gran avenida rodada a la que vuelca una de las fachadas del edificio, la que proviene desde el Este y que, si trazáramos una directriz, cosería en orden el mar, la ciudad, uno de los accesos por el Este al Campus, nuestro edificio, el acceso Rodado del Oeste y, más allá, casi ortogonalmente, la N-340 y la A-7.
Conforme nos aproximamos al edificio desde cualquier procedencia, la unidad de los elementos conformadores, la unidad de los planos vivos, se mantiene presente, con más fuerza si cabe al percibirse las aristas, las suaves tonalidades de cada plano que tendían a uniformizarse con la nebulosa de la lejanía. Y del mismo modo que la luz y el aire, que se filtra por cualquiera de los poros y aberturas que consienten los planos, el visitante, se siente atraído hacia ese interior que casi no parece existir. El pavimento que acompañaba a todo el paseo nos ha introducido en el edificio, el muro se ha abierto y aparecemos en el hall, frente al núcleo rígido de comunicación vertical y junto al mostrador de atención. De no ser así, el pavimento se escalona y el paseo nos conduce casi sin percatarnos a la planta superior, donde un balcón exterior nos introduce a un gran espacio interior cargado de vida, es el espacio de las aulas. La Tercera y última alternativa por la que podríamos dejarnos llevar la ofrece una gran hendidura que, desde nuestra llegada, si no hemos llegado a penetrar en el hall o ascendido hacia las aulas, pliega el pavimento en una amplia escalera rampante, suave, que nos introduce en las entrañas de la tierra a un bocado del terreno por el que se accede al sótano del edificio, cuyo concepto como espacio residual y oscuro desaparece ante la gran iluminación y ventilación que ofrece el patio, recurso que se aprovecha para establecer en torno al hall inferior y junto al espacio de “compactus” requerido por el programa, el Salón de Actos, cuyo muro configurador se puede quebrar para ofrecer una apertura del mismo directa al patio.
Las alternativas ofrecidas por este suelo conductor y esa espacialidad que fluye gracias a las características peculiares de los muros constituyentes, se acentúan con el detalle de sustituir algunas de la losas por piezas similares de vidrio pisable que proyectan luz hacia el firmamento y dibujan uno muy especial en el suelo que se condensa conforme nos acercamos a los espacios de “hall”, remarcando las líneas de recorrido y los espacios de llegada, reforzando ese diálogo perpetuo en la transición exterior-interior, interior-exterior, esa condensación lumínica que se experimenta en detalles como el pavimento, condensación producida al transitar de la inmensidad del recinto del Campus al espacio concreto del Edificio del Consejo Social. Una vivencia peculiar del cambio de escala.
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Los planos vivos y sus relaciones. De como el fluir de los mismos jerarquiza el espacio y admite la distribución
Como ya hemos comentado, el protagonismo del proyecto se concentra en cuatro planos, planos cuya fisonomía y disposición, ya al margen de sus características corpóreas, que abordaremos más adelante, permiten que, en el volumen delimitado por el programa, se puedan vislumbrar una serie de espacios, unos espacios que aglutinaremos con el término “entre-muros”, cada uno dotado de una determinada peculiaridad, uno más oscuro, otro más luminoso, uno más amplio, otro dependiente, algunos ligados, otros tantos, sorprendentemente, exteriores…
Quizás la lectura de las plantas del proyecto permita hacerse una idea de lo que es el edificio pero, indudablemente, las plantas no representan la arquitectura pues la arquitectura es el espacio, un espacio que para ser manipulado, para ser moldeado, requiere de un esfuerzo que va más allá del simple trazado en dos dimensiones. Así, estudiando las plantas podríamos quizás entender el concepto de distribución de este organismo pues, al fin y al cabo, el movimiento humano natural es horizontal, y por tanto, los espacios que transita normalmente cuentan con un plano común al que se complementan anecdóticamente elementos de conexión entre los planos horizontales que se encuentran a niveles superiores. Pero la arquitectura no está constituida únicamente por planos de tránsito, sino que cuenta también con unas superficies envolventes de dichos planos horizontales, de tal modo que cuando la parte maciza de la arquitectura es constituida por unos elementos que ascienden, se relacionan y progresan vertiginosamente, se puede hacer complicado visualizar las posibilidades espaciales de este sistema proyectual.
No obstante, con el fin de abordar el estudio distributivo del edificio, es preciso efectuar el corte horizontal del mismo a partir de determinadas cotas de referencia, y dichas rebanadas nos desvelan el conocimiento de los cinco niveles del proyecto.
De acuerdo con el programa hemos tratado de desglosar el mismo en diversos paquetes que intentaban aglutinar a los usos más vinculados, de este modo una primera lectura parecía establecer la distinción entre aquellos usos que movilizaban una mayor cantidad de gente a la vez que contaban con una rigidez horaria que conducía a la existencia de lo que se denomina “horas punta”, momentos de masificación, de movimiento múltiple ya sea de acceso o salida que podría acabar bloqueando el fluir normal de los usuarios en toda la altura del edificio. Dentro de este paquete encontraríamos espacios como el Salón de Actos o las Aulas.
Por otra parte, el programa establecía la disposición de usos más minoritarios con un funcionamiento más constante a lo largo de la jornada, como podían ser las oficinas y los despachos, espacios que convenía desvincular de esa movilización masiva ocasional comentada con anterioridad.
Un nuevo concepto de relaciones aparecía al querer agrupar los espacios con una representatividad determinada. Así pues, se podría hablar de un “espacio docente” o “de formación”, un espacio determinado que debería asociarse a un nivel concreto y que acogería las necesidades del Consejo Social (“Espacio del Consejo Social”), otro diferente en el caso de las necesidades administrativas (“Espacio de Administración”)… Junto a todo ello, la necesidad de espacios que podrían vincularse a ambos, como podría suponerse con las tutorías, que requieren de ese cierto distanciamiento de la convivencia directa con los espacios de formación pero que, a su vez, están íntimamente relacionadas con el campo docente, por no hablar del volumen del Salón de Actos, un gran espacio con demasiados condicionantes.
La idea del edificio abierto nos llevó a plantearnos el acceso, tal y como hemos descrito en el apartado anterior, diseminando las posibilidades del mismo y planteando la alternativa del rápido e inmediato acceso exterior a usos determinados que coinciden con los más multitudinarios, accesos siempre bajo la mirada del punto central de atención y con la posibilidad de plantear elementos de clausura provisional que forzasen la penetración a través del núcleo principal. A su vez, creíamos conveniente esta jerarquización de accesos por el enriquecimiento de posibilidades arquitectónicas que suponía frente a los planteamientos tradicionales, un enriquecimiento no tan sólo arquitectónico, sino, muy probablemente, de índole social ante la concepción, por fin, del verdadero edificio abierto en un entorno que, ciertamente, resulta el idóneo para creer en ello, La Universidad.
De este modo la planta Baja se ha conseguido liberar convirtiéndose en espacio único de introducción en el edificio, acogedor, que va a absorber a todo aquel que a él desee aproximarse y que, a su vez, dejará abierta toda posibilidad de convertirse en un espacio hermético llegado el momento de clausurar las bocas abiertas en los muros.
La posibilidad de un acto masivo y de gran repercusión ha sido resuelta al convertirse el salón de actos en un espacio que puede ser autónomo, con su acceso a través de la escalera rampante exterior, que más que como acceso alternativo podríamos calificar de principal. El patio al que nos conduce el descenso del terreno se confina entre los dos muros generadores que empiezan a ascender del subsuelo. Una gran abertura en el que delimita el exterior y el interior facilita el acceso a un hall al que sirven el núcleo principal de comunicación, los accesos al salón de Actos, el frente del Compactus y las zonas húmedas. Este muro, a su vez y del mismo modo que sucedía con el que delimitaba el hall de planta baja, podrá descomponerse para abrir el salón de actos directamente al patio.
Así pues podemos decir que los muros configuradores nos han ayudado a crear dos grandes paquetes de espacios, el primero de acceso en planta baja, el segundo en el sótano, con el Salón de Actos y el Archivo.
Por encima del nivel de acceso los muros van a agrupar dos niveles, niveles que constituyen un único paquete que hemos denominado “de formación” y que aglutinarán la totalidad de las aulas. En el primero de ellos encontramos las dos de Informática así como dos de la aulas mayores. En el segundo, el resto de las exigidas por el programa.
Los dos muros, que prosiguen su ascenso desde el sótano, permiten una secuenciación de espacios desde el acceso exterior, a través de la escalera de un tramo y el balcón, hasta el gran hall interior al cual sirven las aulas, el núcleo principal y las zonas húmedas. Un hall del que arranca una escalera alternativa, entendida como una prolongación de la exterior y que comunica con el nivel superior de aulas. Una perforación comunica ambos niveles permitiendo la contemplación de la continuidad del muro en que se apoya la escalera y que más adelante configurará la separación entre el espacio docente y el espacio de hall. En este nivel, como hemos comentado con anterioridad, encontramos las restantes aulas exigidas por el programa que, del mismo modo que en la planta inferior, presentan la peculiaridad de poderse ir agrupando en función de las necesidades pues, en definitiva, el espacio “entre-muros” docente, se trata de un único espacio.
Es en este segundo nivel de aulas donde los dos planos de inicio, otorgan el relevo a los dos planos siguientes que van a asumir la misión de generar el espacio que hemos definido como “de administración”.
Ahora la misión de comunicación vertical va a ser asumida totalmente por el núcleo principal con una única salvedad, una escalera de menor dimensión que conecta directamente el espacio de aulas con el de tutorías en un nivel superior, de este modo se consigue establecer el nexo comentado entre las tutorías y las aulas, manteniendo aquella intención de salvaguardar la privacidad del profesor respecto a unos alumnos que habitualmente no tendrán necesidad de acceder a cotas superiores.
Liberados a partir de este momento los espacios de circulación superiores de altos flujos puntuales humanos, se consigue esa preservación de la quietud en las zonas de trabajo cotidiano y en los espacios de carácter más representativo del edificio.
Así pues, los dos nuevos muros configuran con sus quiebros en el tercer nivel dos espacios privados diferenciados, uno el correspondiente a las tutorías que, como hemos dicho, se relaciona con las plantas inferiores, y otro correspondiente al Consejo Social que, dado el carácter del edificio, asume gran carga simbólica, de tal modo que en la agrupación del espacio “entre-muros” del Consejo Social, adquiere relevancia cara al exterior el despacho del Presidente del Consejo Social, cuyo ventanal se abre en una esquina estratégica hacia la Universidad abarcando visualmente la totalidad del Campus y tomando como inicio del recorrido el fondo perspectivo que aporta el edificio de Rectorado, una conexión visual que pretende materializarse en los objetivos de relación de este proyecto.
Un mostrador, abierto en el muro separador entre espacio de circulación e interior, se enfrenta al acceso a la planta a través del núcleo vertical. Se trata del área de administración que, rápidamente, presta sus servicios a todo aquel que desemboque en la planta. Ésta divide pues el espacio “entre-muros” del Consejo Social en dos, en uno se agrupan los despachos y en otro se encuentra la Sala de Reunión, a la que se accede a través del corazón de la planta, precisamente en el punto en que el espacio “entre-muros” de Circulación se ensancha para facilitar el acceso y evacuación de la misma. Por su parte, en el paquete de despachos, se agrupa, junto al del Presidente, el despacho del Secretario del Consejo, ambos servidos por un pequeño puesto de Secretaría.
La riqueza de los espacios “entre-muros” permite establecer un colchón visual a modo de terraza entre el espacio de Tutorías y el del Consejo Social. El correspondiente de “servicios” agrupará el núcleo vertical, las zonas húmedas y el almacén requerido para esta planta.
El cuarto nivel, o superior, cobija las necesidades administrativas. Los muros han ido trascendiendo hacia un sector del edificio liberando algunas terrazas en el alzado Este que van a permitir alojar la maquinaria de acondicionamiento de la planta inferior.
De nuevo una secuenciación de despachos iniciada en la esquina privilegiada con el del Presidente de la Fundación Universidad-Empresa y su terraza-balcón, y a la que se anexa el despacho del Técnico de Creación de Empresas. El mostrador de administración vuelve a convertirse en punto de atención del hall y del desembarco del núcleo de comunicación, mientras que junto a él se suceden el área de Becarios, la de Formación y el Departamento de Informática. De nuevo buscando ubicar los despachos en los puntos más alejados del acceso, se dispone el despacho del Gerente, y en un nuevo espacio “entre-muros”, se agrupan enfrentadas a las áreas anteriormente citadas, la de Prácticas y la de Investigación y Desarrollo.
Rematando el conjunto, los planos generadores continuarán su ascenso para, en un nivel superior, detener aquella progresión que se iniciaba en el subsuelo, configurando una cubierta aterrazada que alojará la diversa maquinaria, cobijada entre los paramentos y comunicada con los espacios servidos a través del patinillo de instalaciones que en todo momento ha acompañado al núcleo vertical de comunicación.
- La construcción de una idea.
Los muros vivos que hipotéticamente hubieran parecido efecto de un sueño, cobrán materialidad a la hora de plantear su constitución. Como elementos generadores del proyecto deben albergar en su esencia todas las cualidades definitorias del mismo, desde la capacidad portante, al abastecimiento, ya sea aire, agua, luz o electricidad. Así pues, podemos perfectamente hablar en este proyecto de un esqueleto definido, una epidermis coherente que dé respuestas a su condición de piel exterior expuesta a un ambiente hostil, y, a su vez, sepa transformarse en una superficie cutánea interior, evocadora de sensaciones conocidas, cálidas, frágiles… Y como no, entre piel y esqueleto el flujo que otorga vida, esa circulación de fluidos, aire, agua, energía… Unos fluidos que a través de los poros de la piel van a emanar hacia el exterior, ya sea en forma de luz, ya sea transmitiendo el frío o el calor.
En términos constructivos el esqueleto del proyecto son celosías constituidas mediante perfiles de acero, diagonalizadas en los diferentes sentidos y cuyos perfiles se adaptan a la silueta maciza del plano, de tal modo que cada plano es una gran celosía donde montantes, travesaños y diagonales transmiten las tensiones hacia los puntos de apoyo de las celosías que gravitan inferiormente. Así pues, dichas tensiones alcanzarán a las celosías inferiores, coincidentes con los muros de sótano y nacimiento a su vez de los planos directores, celosías que transmitirán éstas a la losa de cimentación para que se diluyan a continuación en el terreno.
La piel que envolverá dicho esqueleto estará constituida, en las caras exteriores, por paneles de GRC (Glass Reinforced Concrete), de pequeño espesor y gran ligereza que nos permiten recubrir la totalidad de la osamenta con la ayuda de una estructura secundaria constituida por perfiles “omega” que absorberán en sus uniones las variaciones diferenciales de las dilataciones.
El espacio entre la estructura principal, las celosías y el recubrimiento de GRC, constituirá la cámara ventilada que evitará las condensaciones, mientras que en la parte posterior de la estructura se dispondrán planchas rígidas machihembradas de aislante térmico. Trasdosados a estas planchas de aislante y configurando una nueva cámara se dispondrán paneles de cartón-yeso como revestimiento interior, fijado a suelo y techo con una subestructura de perfiles “omega” y refuerzos que la apuntalen a la estructura principal en los espacios donde la luz a cubrir sea excesiva. El espacio entre tabique y estructura constituirá las entrañas del elemento, por el discurrirán las conducciones de aire acondicionado, la instalación de fontanería allá donde sea necesaria y el cajeado de la instalación eléctrica, todos registrables en el espacio interior. Bajo el remate del muro, efectuado con chapa metálica, se empotrará un cajeado que albergará una luz continua que emanará de la propia pared. Sobre el perfil de remate se anclarán las carpinterías de acero, las cuales cerrarán los huecos entre muros en aquellos puntos donde la estanquidad al exterior lo requiera. Si se trata de una espacio de conexión interior-interior, y ambos con la misma jerarquía, las perforaciones permanecerán abiertas.
Los forjados se ejecutarán con paneles alveolares que nos permitirán cubrir las luces de muro a muro, sin necesidad de recurrir al uso de falsos techos ya que el propio muro, como ya comentamos, absorberá todas la funciones.
Tan sólo se mantendrán como muros rígidos de hormigón armado los muros de sótano y los que simétricamente recogen el núcleo de comunicación, dispuestos de tal modo que aseguran el comportamiento estructural del mismo ya que, al apoyar los descansillos de las escaleras a ambos lados en muros de carga, se evita el efecto del empuje rasante sobre el muro y la inseguridad estructural de los “pilares cortos” que se generan. Por su parte, respecto a los muros de sótano, el hecho de que la excavación se encuentre efectuada en parte y éstos se retranqueen respecto a la alineación inicial, permitirán en cierta medida tratar la mayoría de los lienzos con la lamina de polietileno exterior y el filtro de gravas que conduzca el agua al dren inferior.
Respecto a las cubiertas de la azotea, salvo en las terrazas de las plantas tercera y cuarta, se resolverán invertidas con un manto de gravas. Planteando un acceso para mantenimiento y disponiendo bandejas de apoyo antivibratorias para la maquinaría.
En las pequeñas terrazas se recurrirá a un tratamiento mediante losas porosas y a un sistema de evacuación de aguas mediante lámina de PVC potenciando la gravitación inducida y consiguiendo que se acceda a las mismas a nivel desde el interior.
Así pues, la totalidad de elementos constructivos al margen de estos se podrían considerar accesorios. Mamparas de madera, tabiques móviles acondicionados acústicamente que permitan la versatilidad de los espacios “entre-muros” del sector docente, tabiques “Pladur” rígidos de separación en aquellas zonas donde no se requiera movilidad… Siempre entendiendo todos como elementos ligeros que ayudan a la compartimentación de los espacios definidos.
Respecto a los elementos de comunicación vertical, se solidarizará la solución estructural del elemento con la base portante, de tal modo, que se ejecutará de hormigón armado la escalera del núcleo principal, perfectamente ventilada y protegida contra incendios de acuerdo con la normativa vigente, satisfaciendo los requisitos de evacuación pertinentes. También con hormigón armado se resolverá la amplia escalera rampante de acceso al sótano, mientras que, en el resto, se recurrirá a estructura de acero para las zancas y soporte del peldañeado, que se ejecutará con listones prefabricados de hormigón.
Como pavimento se recurrirá al hormigón bruñido salvo en las zonas húmedas y en la planta baja. En esta última, como ya comentamos, se recurrirá al pavimento exterior de hormigón poroso que invadirá el interior así como descenderá por la escalera rampante cubriendo también el patio del sótano.
Los gastos de mantenimiento del edificio serán mínimos dada la gran durabilidad de los revestimientos de fachada que limitan el tratamiento exterior a la habitual limpieza de los cristales, efectuable mediante los métodos tradicionales. Los paramentos interiores, ya expresada su constitución, tabique de yeso-cartón pintado, no presentarán inconvenientes a la hora de restaurar la capa de pintura con el paso del tiempo, mientras que el sistema de instalaciones, al poder ser registrable en cualquier punto, ya sea a lo largo del patinillo vertical como en cualquier punto de la superficie muraria, no planteará ningún trauma a la hora de plantear reparaciones o ampliaciones de las instalaciones, ya sean de acondicionamiento, de fontanería o de electricidad.
La iluminación, ejecutada a través del cajeado murario explicado anteriormente, constituida por tubos fluorescentes sustituibles con facilidad y puntos de luz puntuales conducidos en aquellos espacios que lo requieran mediante bandejas de instalación, tampoco representarán problema alguno de mantenimiento.
Así pues, nos encontramos ante un edificio que se descubre como un ente perfectamente conocido, accesible, que trata de salvar cualquier abismo entre la pétrea e inamovible materialidad de la arquitectura y las exigencias de comodidad y diálogo de los usuarios con la misma.
Los muros, a pesar de su opacidad, permiten en sus intersticios grandes espacios abiertos que permiten filtrar la luz, una luz natural cuyo acceso se ha estudiado en cada ambiente, ya sea por medio de lucernarios, aprovechando la separación entre un elemento mural y el inmediato superior, bien mediante grandes rasgaduras que iluminen desde una altura equivalente al zócalo, o bien, en los casos que se requiere de grandes ventanales con luz procedente de las alturas sin elementos de distracción visual, como podría ser en la aulas, los muros, curiosamente, parecen acceder a nuestras exigencias, permitiendo perforaciones por encima de la línea de observación.
El juego de los muros consiente a su vez ténues o irrespetuosas irrupciones de espacio exterior hacia el corazón del edificio consiguiendo, de este modo, un porcentaje inusitado de superficies perfectamente ventiladas e iluminadas, característica que ninguna estancia constatará echar en falta, salvo el volumen de archivo, donde la iluminación se obtiene a través del hall del sótano, ampliamente iluminado por el patio. A pesar de ello, el hermetismo de dicha estancia se convierte en providencial dada la conveniencia de este recogimiento para un espacio como es éste.
Por su parte, y profundizando en peculiaridades normativas, podríamos constatar como el edificio responde a las necesidades de accesibilidad para discapacitados, fácilmente verificable al comprobar las holguras de los accesos, donde cada puerta responde a una anchura superior al mínimo exigido. Así mismo, la liberación del uso masivo de los ascensores potenciando la circulación exterior hacia la zona de aulas y el Salón de Actos permite que los discapacitados recurran a ellos para poder acceder a cualquier punto del edificio sin dificultades de tener que salvar acusados desniveles o recintos infranqueables. Además, el edificio cuenta con zonas húmedas habilitadas al efecto.
Abordando los requisitos establecidos por la ficha urbanística, el edificio se encuentra por debajo de la altura de cornisa fijada de 20m, contando con cuatro plantas más la de cubierta y siempre encontrándose la superficie ocupada del edificio por dentro de las alineaciones establecidas por el plan, de tal modo que la totalidad de retranqueos volumétricos que se observan se producen siempre hacia el interior.
Respecto a la previsión de las plazas de aparcamiento, al encontrarse estas contempladas en la urbanización existente no ha sido necesario establecer ninguna en el interior de la parcela.
La ocupación, de acuerdo con la documentación aportada cubre el 100% del área de movimiento, es decir, el 29,84% de la superficie total de la parcela (1.118m2). Del mismo modo, se ha respetado la edificabilidad máxima establecida y el límite de volumen edificable.
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